Avila

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Meseta Castellana
BIENVENIDO

13/7/09

PENÉLOPE

Cuando Penélope nació, sus padres esperaban un niño.
Penélope tenía cinco hermanos y, por las mañanas, para entrar en el baño, debía esperar que los mayores fueran pasando delante de ella. Debía esperar en la mesa a que su madre fuese sirviendo a todos hasta llegar a ella, que era la pequeña.
Penélope esperaba y esperaba.
A punto de cumplir los quince, conoció a Ulises, un compañero de colegio que acostumbraba a llegar tarde a todas partes. Penélope era la única que le esperaba, cuando el resto de amigos se cansaban de hacerlo. Penélope y Ulises se entendían a la perfección: ella sabía esperar como nadie y Ulises acudía siempre tarde a las citas.
Durante años, Penélope esperó que Ulises le pidiera casarse con ella. Al fin, Ulises puso fecha a la boda, para después pedirle que esperase un poco más.
Unos meses después de la primera fecha acordada, llegó la esperada boda. Penélope estaba radiante. Su espera había merecido la pena.
Ulises solía viajar por su trabajo y Penélope le esperaba ilusionada a su vuelta. Los hijos que ambos esperaban, llegaron. Pero Penélope era especialista en esperar. Solía congeniar con quienes le hacían esperar.
Penélope esperaba a Ulises en casa al anochecer, cada día. A veces Ulises no llegaba.
Cada noche, Penélope se asoma a la ventana, a ver el regreso de Ulises. Hace tiempo que no sabe nada de él, pero Penélope sigue esperando. Penélope solo sabe esperar.