Avila

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Meseta Castellana
BIENVENIDO

25/4/11

EMBRIÁGUENSE

"Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.

Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.

Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:

“¡Es hora de embriagarse!"

Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo,

¡embriáguense, embriáguense sin cesar!

De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca".

Charles Baudelaire









21/4/11

MOMENTOS

Hace más de mil noches se me paró el reloj. Aunque era por la tarde, se hizo de noche porque venía atardeciendo ya unos meses. No me di cuenta hasta que dejé de sentir la brisa del aire, las voces de los niños, las campanas en la lejanía y el olor a tierra mojada. Cerré puertas y ventanas, apagué las luces y esperé que el tiempo fuera pasando.

A veces oí un murmullo aunque no supe distinguir muy bien qué me contaban…

Hace ya mas de doscientos soles que mis ojos despertaron y se hizo la luz de nuevo. El aire ululaba en mi balcón, las campanas cantaban sus horas y las risas de los niños, ligeras, subían flotando hasta mi ventana.

...Subí despacio hasta la azotea y comprobé en silencio la quietud del limonero, el laurel, el pino, la mimosa, las madreselvas, los jazmines, las yucas y la hiedra… la quietud y las hojas pintaban las paredes de amarillo.

La mimosa estaba rendida por la oscuridad de todas esas noches y acaso no parecía despertar del sueño. Comencé a regar todos los días y, al poco, todas las plantas despertaron, brotaron verdes y hermosas pero la mimosa no hacía sino quedarse más y más lacia. Hace dos lunas me situé frente a ella y mostrándole el agua le conté que era momento de crecer. Lo seco se poda y si tu quieres sale el verde. Yo regaré todas las noches y al amanecer. Esperaré el tiempo que tu quieras, te hablaré por las noches como a la luna y a las estrellas. Lloraré si te hace falta para humedecer tu tierra… ahí estaré.

Anoche, cuando todos dormían subí despacio para ver a la luz de la luna la mimosa. La noche era cálida y hermosa, las estrellas del mes de julio en el hemisferio norte me hacían compañía y, al poco de percibir las ramas, antes casi de poder verlas, me brotaron dos lágrimas. De la mañana a la noche cientos de hojitas cubrían sus ramas que yo creía perdidas. No me extraña, le dije, ya sé porque te llaman “mimosa”. Ahora podré besar a mi amor bajo su sombra en este caluroso y largo verano."

Todos buscamos momentos que deseamos amar, incluso, antes de conocerlos. Ese momento que esperas, para que te ame… hay que amarlo antes en el corazón.

20/4/11

Volver

Llevo días oyendo a mi alrededor que tengo mi mente en otro sitio y debe volver a mí: que estoy sorda, que estoy ciega e incluso que estoy muda.
He dejado de reír ruidosamente, como a veces hago. Hay rincones de mi casa oscuros porque yo no miro y paso de largo.

Me he propuesto hacerles caso. 
Recorreré todos los sitios donde estuve. Soy conciente de lo complicado de la empresa ya que estando ciega me encuentro algo desorientada.

He de intentar recordar los lugares por donde he pasado recientemente, a pesar de que he perdido muchos recuerdos para poder llegar hasta aquí . Así es que esto empieza a ser un laberinto.

Una madrugada ya pasada, recuerdo haber estado un momento en el Himalaya atesorando conchas, restos marinos y haciendo bonitas lámparas de sal. En Queensland juntando trocitos de coral para hacer un precioso collar, en el mar Muerto acaparando el agua que llega del Jordán.

En el Sáhara, recogiendo la escarcha que se forma por la noche, y hasta en lo alto de la roca Uluru en Australia, reuniendo hormigas con los Anangu... pero sé que no fue allí donde abandoné mis pensamientos.

Seguiré buscando, sí, seguiré buscando.

18/4/11

ZAPATITOS

Hace unos días, recuperé este "cuento" que guardé en una botella y arrojé al mar. Después de varios años, las olas lo devolvieron a la orilla. Este es mi cuento:

Cuando era niña, a veces, me sentía muy especial. Pensaba que algún día me ocurriría algo extraordinario.

Sentía un nudo en el estómago cuando sabía que me regalarían aquellos zapatos nuevos que tanto había deseado y que al fin llegaron.


Por la noche los dejaba junto a la cama y mirándolos me quedaba dormida, ilusionada.

Luego, al despertar, no cabía en mí pensando en que ya tenia mis zapatitos. Hace unas cuantas lunas alguien me regaló los zapatitos. Aparecieron en mi ventana arrastrados por un sueño.

Eran unos zapatos distintos, como nunca había visto: a la medida y confortables para caminar. Por momentos dudé, pero al fin pensé que aquellos zapatitos eran ese algo extraordinario que desde hacía tanto anhelaba... ¡No lo puedo creer! No me podía quitar los zapatitos, y a veces hasta me costaba dejarlos junto a mi cama por la noche. ¿Cómo habré vivido yo sin mis zapatitos?


Por la mañana me levantaba y lo primero que buscaba eran mis zapatitos... estaba esperando abrir los ojos para poder colocármelos y saber que el día sería mas fácil. Daba igual si había que subir o bajar, si se mojaban o ensuciaban, yo iba muy a gusto con ellos.

Durante días estuve mirando en mi armario para colocarlos en un buen sitio, pero no sabía cómo hacerlo porque yo solo quería llevarlos puestos. A veces me quedaba ensimismada mirando el espacio y siempre me acababa pareciendo muy pequeño.

 
Desde aquel día en que aparecieron los llevé puestos siempre que pude. Así, si miraba hacia abajo siempre los veía tan bonitos. Pero si tenía que guardarlos, aunque fuese solo un ratito, no sabía donde hacerlo.

Una noche olvidé quitarme los zapatitos y quedé dormida profundamente con ellos puestos. De madrugada desperté inesperadamente, sobresaltada miré y no encontré mis zapatitos.

¿Era todo un sueño?