Cuando dos personas que se aman, y se desean profundamente, se unen es posible fabricar almas.
Es algo mágico y especial. Nadie nos explicó exactamente cómo es el misterio pero somos capaces de producir algo intangible y único.
Sé que alguien pensará que no es necesario amarse, que es posible que esas dos personas no se deseen o que ni siquiera es necesario que haya dos personas, pero yo lo veo así.
Cuando uno empieza a querer no cesa de fabricar cosas. Es capaz de fabricar una vida imaginada, sueños, un futuro imposible y nuevos recuerdos que nunca han sucedido. Es posible entonces fabricar almas pero también ensanchar las nuestras, cambiarlas, renovarlas y hasta rejuvenecerlas.
Engendramos almas y en el transcurso del tiempo las vamos fabricando. Las damos forma, las alimentamos con la nuestra, velamos sus sueños y creamos más sueños, que al fin y al cabo, son los nuestros.
Desde el momento en que supe que tenía dentro mí un alma, sentí de cerca la responsabilidad pero entendí también que no sería su dueña. Nadie puede serlo.
Un alma es algo que no nos pertenece nunca. A un alma hay que amarla, cuidarla, comprenderla, escucharla y dejarla crecer.
El alma nunca deja de crecer y jamás envejece, puede madurar pero vivir eternamente en la infancia. Llega a ser incluso más bella con los años. Al contrario que el efecto del tiempo tiene en la piel, cada arruga de la cara puede tener su fiel reflejo, ser un trazo más bello en nuestra alma.
Cada risa o sufrimiento puede embellecerla más por dentro. Pero esa belleza solo se podrá ver con los ojos del alma.
Si queremos poseerla y aprisionarla, entonces, el alma se marchita.
Cuando uno posee, no ama, cree que ama pero solo intenta poseer. Es incapaz de dar, de recibir, de escuchar y de comprender. Se empequeñece.
Solo quiere poseer los sentimientos, las vivencias, los deseos, los pensamientos y hasta la propia libertad misma.
No sabe donde está el límite y sufre porque a medida que quiere poseer posee menos. Pretende unir y solo rompe. La deseada "pertenencia" se aleja y a medida que quiere acercarse, se produce el proceso contrario a lo que pretende: destrucción frente a construcción.
Es bonito poder fabricar almas, verlas crecer pero, por encima de todo, amarlas.
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