Avila

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Meseta Castellana
BIENVENIDO

14/9/11

MUNDOS PARALELOS

Se oyó el teléfono, una vez, y se apagó el sonido. Era la hora de la siesta, un día del mes de agosto. El ring me sacó del estado de ensoñación. Me levanté a mirar en el display el número y pude ver que era extraño para mí.
Quince minutos depués, volvió a sonar de nuevo el teléfono. Pude oir al otro lado, la voz, algo grave, de un varón con acento francés que preguntaba por Julia. Le respondí que se había confundido.
Me comentó que su nombre era Luis. Se encontraba perdido e intentaba localizar a Julia para poder encontrar el camino. Insistió de nuevo en que yo era Julia.
No supo decirme donde estaba. Ni si quiera sabía por qué había marcado mi número. Se cortó la llamada, sin más.

Al día siguiente, casi de noche, volvió a llamar el desconocido. Parecía estar menos confuso y conversamos.
Luis pudo contarme, pausadamente, que  era un financiero de origen francés que solía veranear en España desde que era un niño. Hablaba muy despacito, dejando grandes silencios cada dos o tres palabras. Parecía que buscaba datos en su cabeza para poder ir destilando, a modo de goteo, toda la información.
Me insistió:
- Julia, estamos en mundos paralelos. ¿Recuerdas?
- Luis, no soy Julia.
- Eso ni siquiera lo sabes. Cuando nos encontramos somos otros, nuestros mundos convergen. Estoy llamando al número de siempre, al que me diste cuando nos conocimos.
- No sé de qué me hablas. Mi nombre es Elia...
- Te empeñas en nombrarte así. Cuando coincidmos eres Julia. Te cuesta admitir que vas de un mundo a otro. Ahora estás hablando conmigo, eres Julia ¿Recuerdas? Esta situación no la eliges. Solo podemos contactar cuando nuestros trazados se cruzan.
- No entiendo nada. Estoy en mi casa, con mis cosas. Veo lo de siempre a mi alrededor. Oigo las campanas de la Iglesia, como es habitual, nada es diferente. ¿De qué mundos me hablas?
- Vivimos en mundos diferentes, como haces de luz que enfocan al infinito por los que transitamos. Cuando se mueven para iluminar el mismo punto del infinito, nos encontramos. Entonces, cuando eso ocurre, Elia, tu eres Julia. No podemos evitarlo. Tú tampoco.



Miré el reloj. Me había quedado con el teléfono en la mano, adormilada, y ya eran más de las tres de la mañana. El auricular no emitía ningún sonido. Me sentía agotada y con cierta angustia.

Hace días que espero la llamada de Luis. Necesito saber su paradero y el de Julia. Quiero conocer más sobre mí. No sé si Luis está perdido entre su mundo y el mío. Yo creo permanecer siempre en el mismo sitio... aunque ya no lo sé. Como todo es tan relativo, necesito que me explique, desde su mundo, dónde está el mío.

12/9/11

Esta Guerra de la Independencia es lo que parece.

La historia nos ha enseñado lo que es la lucha por la Independencia.

La Guerra de Independencia de los Estados Unidos fue consecuencia de la gran influencia que tuvieron las ideas de la Ilustración en América.

Más tarde, esta guerra tuvo un gran impacto en el pensamiento político latinoamericano. Fue ejemplo, y modelo, para las colonias hispano americanas.

Casi siempre tiendo a pensar que todas las guerras son inútiles porque no me gustan las guerras.
Así es que he ido elaborando mi propia teoría. Cuando alguien entra en tu territorio sin preguntar, tan solo porque considera que puede apoderarse, en nombre de sus propias normas, por su consideración de superior, de todo lo que es susceptible de explotar, entonces, creo que se empieza a declarar  la guerra. Aunque tan solo quieras defenderte del invasor, estarás inmerso en una guerra que no has buscado y de la que es muy difícil escapar: nadie puede ser dueño de otros territorios que nunca fueron, ni serán suyos. Aquellos territorios tienen su propia ley y se ha de respetar.

Evidentemente, el invasor toma posesión de un territorio y el impulso de la conquista conseguida le hace adquirir formas de dominio hasta que el invadido toma fuerzas.

El problema, sigo pensando, tiene que ver con que es difícil que después del susto, sobreponiéndose a él, alguien quiera estar sometido, viviendo indignamente, sabiéndose considerado inferior.
La ideas pueden ser interesantes para mostrarse intelectualmente convincente y hasta puede distraer la atención. Así ocurrió con la clase dominante en latinoamérica entre los siglos XVIII y XIX. Una cosa es la teoría y otra, la aplicación que le damos.
La Revolución Francesa no fue bien acogida por las colonias hispanoamericanas que consideraban que la igualdad podía darse entre los miembros de la clase criolla, pero no entre criollos, indios, mestizos, negros y mulatos.

La Revolución Francesa fue producto de la Ilustración. Ideológicamente sirvió para justificar los movimientos de independencia aunque no fue la causa última de las guerras independentistas latinoamericanas.
Como causas habituales de que se produzca la revuelta, para el intento independentista, suelen producirse situaciones:
- Exceso de control por parte del invasor.
- Pérdida de libertades como consecuencia de la cantidad de burocracia exigida. (Hay que pedir permisos para casi todo, por escrito,  al invasor). Es imprescindible que el sometido se considere inferior para ejercer el control.
- El invadido no puede optar a tener cargo importante, con un mínimo de  poder y no interesa que tenga voz.
- El desarrollo económico se pretende fundamentar en la dependencia. El sometido ha de trabajar para el que somete. Pero no puede disponer de sus bienes libremente.
- Se ha de financiar el alto nivel económico pretendido por el invasor a costa del invadido.

Saturno devorando a sus hijos para evitar su destronamiento.

Lo más habitual es que cuando hay una rebelión, quien está viendo que se le escapa el poder intentará crear divisiones en los sublevados, procurará mostrar su mejor cara para buscar aliados, se empleará a fondo para no perder todas las colonias, utilizará todos los medios a su alcance para poder seguir controlando lo que considera su territorio.

Quienes actúan desde el poder adquirido injustamente, pueden dirigir su guerra sin mancharse, fuera del campo de batalla,  sin  despeinarse; subidos en su sillón tapizado, dando órdenes a quienes, manipulados, son su instrumento. 

Al fin y al cabo es una guerra, su guerra, donde todo les vale. La manipulación de los inocentes, para quienes son unos invasores desalmados, es un juego de niños que alimenta su propio espíritu sanguinario, el espíritu del poder y del control. Ese espíritu es un monstruo que necesita alimentarse contínuamente.

No me gustan las guerras pero si tengo que justificar alguna, es la Guerra de La Independencia.