Avila

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Meseta Castellana
BIENVENIDO

22/4/09

CUANDO SOPLA EL VIENTO

La tía Eloísa vivía sola en una casa antigua que por dentro parecía un palacio.
Un piano vertical con candelabros, de los que pendían vistosas telarañas, desprendía el olor a caoba que impregnaba el salón. También olía a galletas.

Las noches de tormenta, encendía velas por toda la casa y se servía una copita de Courvoisier, que apuraba sorbo a sorbo, hasta que ésta se alejaba. Veíamos el resplandor del relámpago y contábamos de uno en uno hasta escuchar el trueno.

Ocupaba un sillón de orejas que heredó de su madre mientras nos hablaba de que los recuerdos se almacenan más o menos desordenados, con hilitos de los que penden los nombres de las cosas, de los olores, de los sonidos y de los colores…
Como etiquetas que cuelgan de globos, estas se agitan cuando por un resquicio penetra el viento y desplaza la arena que da forma a las dunas del olvido.
Los hilos encadenados arrastran, unos detrás de otros, los recuerdos enlazados por situaciones de coincidencia.
La tía Eloísa nos dijo que los sueños abren de par en par las ventanas para que sople el viento.
A menudo sueño con ella.

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